miércoles, 12 de abril de 2017

M:ZY No es país para mutantes

La campaña de Mutant: Year Zero ha tomado un cariz interesante que ha roto la dinámica del juego en sí: ya no hay Arca a la vista.

Desde hace unas semanas el grupo ha estado huyendo, primero de la propia Arca, donde uno de los Pjs había matado a otro mutante (una de las reglas claras es "las personas no matan personas"). Por otro lado los enemigos del lugar (los Sin Párpado y los Guls) parece que habían formado una alianza, lanzando un devastador ataque conjunto contra el Arca .

Digamos que uno de los pjs (Ford) fue abducido por alguien y los otros dos (Tarot y Nelson) salieron detrás al más puro estilo Aragorn-Legolas-Gimli tras los hobbits por Rohan: "nos han jodido, pero al menos a nuestro colega no lo perderemos".
Los secuestradores fueron soldados humanos aliados del Dios-Máquina. El robot gigante acabó matando a uno de los mutantes perseguidores (más bien Tarot usó su poder de aliento de fuego contra el robot, gastando una burrada de puntos de mutación, con tan mala pata que la mutación se volvió contra él: solo quedaron trozos desperdigados en unos 30 metros de radio) sin que Nelson pudiera hacer nada. Finalmente éste se encontró con unos sauriales (digamos que eran todos mutantes reptiles, como él) que le echaron una mano para, semanas después, atacar el pequeño fortín donde los humanos soldados retenían a Ford y a otros mutantes, en principio para experimentar con ellos. 
En el ataque descubrieron que los humanos estaban clonando mutantes. Es más, Tarot estaba allí, vivo y con sus cuatro brazos; y lo que fue peor: un coche salido de la nada impactó de lleno en la puerta del fortín, con el copiloto a grito pelado invocando a los "valientes de Valhalla". Era un mutante del Arca, Lock, que murió al inmolarse con explosivos para reventar la entrada. ¿De dónde salía? Ni idea.

El tema es que Tarot estaba... ¿vivo? ¿resucitado? Lock estaba muerto y tenían un coche que Ford pudo reparar. El piloto había muerto en el impacto, y en su cuerpo encontraron una tarjeta magnética que ponía VLH.
La tensión crecía, ya que Nelson había visto morir a Tarot, y no aceptaba a esa réplica andante de su amigo. Por otro lado Ford sí creía que era Tarot, a pesar de que su memoria fallara y que se le veía bastante confuso.

Con el coche reparado y abastecidos por los restos del fortín militar, pusieron rumbo norte hacia lo desconocido. Hacia donde pensaban hallarían respuestas. El Edén era un objetivo, más después de ver en una cámara digital imágenes de un niño de cuatro brazos en el regazo de un adulto en traje NBQ, saliendo de un búnker en el que se leía "EDEN - COMPLEJO ALPHA". El Valhalla era un término nuevo, pero que sabían que también era importante

Al norte hasta que el coche alcanzara, y hallaron el Valhalla: para ser precisos Valhalla, estado de Nueva York.

Rondaron por una zona residencial en la que encontraron a un humano en traje NBQ del que tuvieron que defenderse (y matar, finalmente) y refugio para una noche, mientras se sentían observados por una figura embozada el la distancia.
Un edificio-búnker vallado sobre una colina cercana, con el nombre de Complejo Delta Valhalla, reposaba sobre la zona residencial como un sapo dormido sobre un montón de hojas secas.

Al día siguiente se aventuraron allí y, con la tarjeta VLH accedieron al perímetro dejando atrás un lector óptico de tarjetas. Allí fueron recibidos por Lock ("pero si estabas muerto!") y Nick, viejos amigos del Arca bajo órdenes del anterior Tarot.

Por lo visto Lock también había sido "replicado", porque en Valhalla "los valientes viven para siempre". El complejo era más pequeño que el Arca, y parecía de carácter científico. Es más, allí había una "humana", la doctora Greenway. Había otros mutantes, entre ellos Margarita, la joven cronista de piel verde que había tonteado con Nelson.

Las sesiones siguientes se centraron en ver qué pasaba, en conocer a Greenway (que tenía lazos con el Anciano del Arca) y en enfrentarse ellos solos al Dios Máquina.

Bueno, solos no, pues conocieron a Link y les echó una mano. Mecánica, pero una mano.


Y, a raíz de ello, empezaron a escuchar sonidos extraños por la zona. Ruedas girando y walkman sonando... y ahí es donde se sacaron las fichas de Tales from the Loop para un flashback brutal que explicará muchas cosas.

Un chaval y una chavala de 11 y uno de casi 15 se conocen en Saratoga Falls, al borde de los exámenes previos a los vacaciones de verano. Son los años ochenta, pero no son los nuestros. Pero siguen sonando bien.