miércoles, 13 de diciembre de 2017

Desafío #30: 4x13 - Videojuegos

En mi infancia y adolescencia los juego de ordenador estuvieron presentes en gran medida. Tendría yo unos 7 años cuando a mi primo Marcus le regalaron un Spectrum 128k.
La Tumba de Ellak: juegazo!
Entre otros, uno de los juegos de aquel Spectrum que más me impactó fue La Tumba de Ellak, un juegazo dungeon crawler de 1984. Aquello de guerreros, magos y ladrones me marcó bastante. En la sala de máquinas a la que íbamos tanían el Space Ace y el Dragon's Lair, otros juegos visualmente muy potentes que fueron dejando un poso dentro de mis gustos para, unos pocos años después, se ligara todo con los libro-juegos y cristalizara en mis aficiones actuales.

De juegos más recientes recuerdo que me encantaban el primer Alone in the Dark y los point and click estilo Maniac Mansion, Indiana Jones o el impresionante Shadow of the Comet. Baldur's Gate llegaría después, con mucho éxito para mí. Recuerda aquella quest donde un muchacho quería meterse a aventurero y, si conseguías hacerle ver lo poco romántico y peligroso que podía llegar a ser, ganabas un montón de experiencia. Más que en un encuentro mata-mata. Recuerdo que, en aquella época, me hizo pensar bastante.

Por el medio solía darle al Doom, Quake, Delta Force. Otros que me inspiraron para sistemas de gestión dentro de las partidas fueron el Masters of Orion, Starcraft, Warcraft o el Age of Empires.

Más recientemente me enamoré y tuve una ruptura muy dolorosa con el World of Warcraft (jugué un par de años, hasta la Burning Crusade, y luego lo dejé hacia 2007, bastante cansado de la gente más que del juego en sí). También el Elders Scrolls Morrowind y Skyrim.

Supongo que un buen juego es como un buen libro o una buena serie. O una buena ilustración. O una buena conversación.

Al final sacas de todas partes para poder disfrutar más en la mesa de juego.

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